lunes, 14 de septiembre de 2015

SEPTIEMBRE

Anoche, estaba nerviosa, hoy comenzaba mi septiembre, lo llevaba ya algunos días esperando, y me había prometido recibirlo con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja. Mi cabeza puso la alarma, amanecí treinta minutos antes que mi despertador, y puse un pie en el suelo media hora más tarde. De repente todo se desvanecía, septiembre, o lo que es lo mismo, madrugones, sueño atrasado, un día otro día, horas interminables en clase, mañanas más interminables todavía, llegadas tardías, nochecitas tristes... lluvia, viento, y nubes; adiós playas, sol, y olor a bronceador, adiós a las mañanas perdidas en la cama con mi chico, adiós a las escapadas, adiós a los días sin maquillaje, a mi moño veraniego, adiós.  Había llegado septiembre, y no tenía ganas de recibir los nuevos propósitos, hoy no, un día más por favor. Y ahí estaba, el síndrome post-vacacional, mi yo, ese, quería madrugar pero para volver al tren del que no me he bajado este verano. Yo, que me moría de ganas por empezar, ¿qué me estaba pasando? 
Y así, entre sábanas, me dirigí hacía la ducha, el vestidor, la cocina... y con mi semirecogido, mi nuevo corte de pelo, y la misma ropa del año anterior me dispuse a acudir al primer día de clase. Es extraño sabéis? llevaba un año sin pisar la universidad, un año en París, en el que he vuelto siendo una persona distinta, he madurado, he abierto mi mente, he viajado, he conocido gente... yo, me siento distinta, me siento más yo, (quizás el resto me veáis igual) y sin embargo, todo mi alrededor ni se ha inmutado, todo sigue en el sitio en el que lo dejé, más gordos más flacos, pero el mismo corte de pelo, la ciudad no se ha inmutado, parece ser que nunca me fuí. Y justo en ese momento, vuelve a mi cabeza, PARÍS, y la necesidad de volver y de no poder ser, quizás mi única ambición sea vivir en París. 

Septiembre fuera.

Y septiembre se irá, pero aún no es el momento, así que, disfruto de ese don que mis padres me dieron para saber disfrutar de las pequeñas cosas, de sacarle el lado bueno, a aquello que parece tan malo. Y con mis stabiló recien comprados me dispongo a escribir, y a abrazar a todas esas personas que tanto tiempo llevaba sin ver y tantas ganas tenía, y a disfrutar de un paseo por la tierra que me vio crecer a la que se puede ir a todos partes andando, ni bici, ni metros, ni olor a Chatelet, ni sudores inhumanos.